Querido diario!

relato erótico Mar 25, 2023

Hoy no fue un buen día


Todo el tiempo estuve pensado en Ramiro, lo que pasó anoche y la forma en que quiero relacionarme con los hombres.


Todo pintaba muy bien, nos encontraríamos en mi apartamento nos tomaríamos unos tragos y algo para picar. Recién llegó nos dimos un abrazo largo y reconfortante.

Estuvimos hablando de política, la forma como nuestro país poco a poco cae en un abismo de 'godarria' -no sé si esa palabra existe, pero me gusta utilizarla cuando hablo del futuro político del país-, Lo que más me gusta de Ramiro es que podemos sentarnos horas a hablar sobre cualquier tema. Definitivamente mi lado sapiosexual se hace presente cuando estoy con él.


Le pregunté si se iba a quedar y me dijo que sí. Después de eso me relajé un poco porque sentía que no había apuro.
Siempre está el juego previo presente, aunque anoche era más de tocarnos las manos, como disimulando, como si estuviéramos con mucha gente y no quisiéramos que los demás se dieran cuenta.


Una conexión más allá, un coqueteo, una sonrisa y una forma de complicidad que no sentía hace mucho tiempo. Llevábamos la primera botella. Pueden decir lo que quieran decir del vino, pero la verdad es que el tinto ya tiene su magia por el solo color. Cuando está contenido por ese cristal, no sé, a mí me incita a beber más y me vuela la imaginación.


Nos sentamos a la mesa del comedor. Siempre me ha gustado echar chisme ahí, no solo porque las sillas son cómodas, sino por que cuando estoy ahí me siento en casa. No sé si es porque desde ahí se alcanza a ver el cuadro que pinté justo después de que empecé a priorizarme, a pensarme como una mujer independiente y con la libertad de hacer lo que se me da la gana. Tal vez por eso ese lugar sea tan significativo y me sienta tan bien.


Cuando llegué de la oficina me cambié y me puse una bata rosa.
Tiene blonda en la parte de arriba y pensé que sería romántica, además me queda holgada, entonces es mucho mejor todavía. En un momento de la noche me quité las tangas y para que Ramiro estuviera seguro de lo que había acabado de hacer las puse sobre la mesa. Solo escuché un «uuufffff, y de inmediato se sonrojó con cara de 'qué delicia".


Al poco tiempo de estar discutiendo sobre quién sería el próximo presidente, Ramiro empezó a tocarme la pierna por debajo de la mesa, yo hice como si no fuera algo importante y seguí con mis argumentos, aunque la verdad, entre el vino y las caricias ya me sentía muy excitada. Él siguió subiendo y empezó a tocarme, yo no aguanté más, me quedé callada, bajé la cabeza y me agarré de la mesa. Siempre que me toca me vengo rapidísimo. Sus caricias estremecen todo mi cuerpo y eso me ayudara a llegar, esta vez ni siquiera le vi la cara, simplemente cerré las piernas cuando terminé y sonreí.

 

Seguimos bebiendo, como si no hubiera pasado nada.
Nos faltaba la última copa de vino de la segunda y última botella.
Para ese momento, yo había puesto música de tamboras y estábamos al lado del comedor juntando los cuerpos, dando pequeños pasos y moviendo las caderas al son del tambor. Yo le cantaba al oído bajito y él me sostenía de la parte inferior de la espalda apretándome a su cuerpo.
Me tomó de la mano para llevarme a la habitación. Yo hice un ademán de volver por el último sorbo de vino: siempre he pensado que ese es el mejor. Ramiro no me soltó la mano, me jaló y me atrajo hacia él.
Lo besos eran lentos pero apasionados, subí mi mano para acariciarle la espalda y luego cuando llegué al cabello lo agarré fuerte y tiré de él.
Fuimos dando pasitos pequeñitos hasta la cama. Lo empujé de espaldas y el cayó con una carcajada. Me arrodillé sobre él y empecé a besarle el pecho, o lo poco que estaba al descubierto, porque tenía una camisa manga larga. El me acaricio la cara y yo en un movimiento rápido metí uno de sus dedos a mi boca y lo chupé. El gimió y cerró los ojos, eso también me gustaba. Como decía mi tía: «los besos se dan en el segundo piso, pero se sienten en el primero».
Seguí besándolo por encima de la ropa, incluso cuando llegué a su pantalón le di un beso en lo que se notaba era su pene erecto.
Quité todo lo que estaba entre su piel y mi boca y lo comencé a besar despacio; después, con ayuda de mi mano, aumenté las re-voluciones. Ahí se movió e intentó quitarme. «Por favor, déjame», le dije y él volvió a acostarse. Al primer nuevo beso, suspiró y llegó.
Se subió los pantalones, la cremallera y se quedó dormido. Así, tal cual: se quedó dormido. Yo no daba crédito. Fui al baño, me desmaquillé, me cepillé los dientes y me acosté a su lado. Esperaba que se moviera un poco al menos, pero era como si lo hubieran desconectado, sabía que estaba vivo solo por los ronquidos.
Me desperté muy temprano y me arreglé en un par de segundos.
Cuando salí del baño él se despertó. «buenos días» dijo con una sonrisita y se metió al baño a lavarse los dientes. Salimos juntos a buscar el transporte que nos llevaría a cada uno al trabajo.
Yo estaba destilando veneno y mi boca sin filtro inmediato escupió un: -Te quedaste dormido.
Él no pudo de la risa y me dijo:
-Es culpa tuya, nunca vuelvas a darme una mamada, porque ese no es el orden de las cosas.
Yo pensé que era un chiste o que no había entendido bien y le pregunté:
-¡Cómo?
Me dijo:
-Sí, primero hay que hacer muchas cosas y luego la mamada.
-¿Es decir que tú debes llevar la iniciativa? -pregunté sin dar crédito a sus palabras.
-Obvio, las mujeres deben dejarse llevar, la verdad no me gustó como me tiraste a la cama, como si yo no fuera el hombre.
Ahí exploté, pero el rojo de mi cara por la rabia y el nivel de mal-genio solo me permitió decir:
-No friegues que ahora es con protocolo, primero himno nacio-nal, segundo tocamientos, tercero penetración, cuarto mamada y quinto varios, ¿sabes qué? ¡Ese es mi bus!
Malo porque tomo la iniciativa, pero también malo porque no puedo ser vaca muerta.
Quiero tener una relación con un hombre que no tenga problema con mis ganas, con explorar todas las cosas que quiero hacer en la cama. Ramiro me encanta, pero esas reglas que me está poniendo no me gustan.
Me ha dejado un mensaje de texto, pero no lo quiero leer, será
hasta mañana...
Siempre tuya.

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