Ana invita al jefe a cenar en casa -Historias sexuales Kinky: Sexo y erotico para adultos.
Jan 16, 2024
Mí adorada esposa tenía un muy buen sueldo en su trabajo; pero ella no se conformaba con solamente eso. Quería un ascenso...
El nuevo jefe de Ana era un nene de papá que había llegado a ese puesto por su apellido y no por sus méritos profesionales.
Lo conocí en una fiesta de fin de año. Era un chico joven y mi mujercita hasta lo encontraba atractivo; aunque ella odiaba que ese pibe estuviera en ese puesto que ella anhelaba. Ana decía que no era buena persona; sino bastante cínico y engreído.
Ana tenía una muy buena relación con su jefe, el padre de este mocoso. Muchas veces la había felicitado por su desempeño y otras veces por lo bien que mi esposa se veía...
Aprovechando esa situación, mi sensual mujercita me propuso invitarlo a cenar y ganar algunos puntos para pedirle un ascenso. Carlos, su jefe, aceptó encantado y arreglamos para el fin de semana una cena en nuestra casa.
Ana se vistió de manera sexy para esa cena. Se había puesto un conjunto de falda con blusa y tacos altos, que estilizaban todavía más sus largas piernas.
El Jefe llegó con mucha puntualidad. La cena transcurrió sin grandes novedades, charla sobre el trabajo, risas y anécdotas...
Noté que cuando mi esposa se ponía de pie para buscar algo, Carlos aprovechaba para mirarle el culo, sin demasiado disimulo.
Su actitud me causó una sensación de efervescencia morbosa. Yo disfrutaba al observar a ese hombre deseando a mi mujercita. Propuse seguir con la conversación en la sala principal.
La velada continuó y mi esposa cada tanto se inclinaba para acercarse a su jefe, palmeaba su pierna o acariciaba su rodilla. Buscaba el mínimo pretexto para levantarse y pasar frente a él, o para agacharse y dejarle ver sus tetas por el escote de la blusa.
Carlos ya miraba abiertamente a mi esposa. La seguía con la mirada cuando se levantaba y en un par de ocasiones pude ver como se mordía el labio inferior al verla de espaldas, mientras Ana balanceaba sus caderas. Ella estaba tratando de seducirlo...
A él los tragos se le habían subido a la cabeza y se notaba que se encontraba algo excitado.
Mi esposa dijo sentirse con ánimos de bailar un poco y yo me disculpe pretextando que subiría al baño en el piso superior.
Mientras subía las escaleras pude ver cómo se abrazaban para bailar. Me quedé arriba espiándolos desde el corredor. Al rato ya estaban besándose, a un ritmo sincronizado y suave.
Ana le acariciaba la nuca y su jefe tenía las manos apretando las nalgas de mi sensual mujercita, enfundadas en esa apretada falda.
Carlos se inclinó para lamer los pezones endurecidos de Ana, que había desabrochado su blusa. Después se incorporó y besó la nuca a mi esposa, mientras metía su otra mano dentro de la blusa.
Ana comenzó a desabrocharle el cinturón de sus pantalones.
Tuve que ir al baño y al regresar encontré otro panorama.
Mi esposa estaba montada de frente sobre su Jefe; la estrecha pollera arrebujada en la cintura y sus largas piernas a cada lado de los muslos de Carlos. Ana había perdido la blusa y él le estaba lamiendo sus pezones erectos.
Mi sensual mujercita estaba con los ojos cerrados y balanceándose hacia adelante y atrás. Pude ver su tanga negra tirada sobre la alfombra y entonces supuse que la verga de Carlos estaba oculta por encontrarse enterrada en la deliciosa concha de mi mujercita.
Pronto Anita empezó a gemir y entonces pude reconocer que uno de sus tremendos orgasmos estaba por aparecer en escena.
Después de acabar gimiendo bastante alto, Ana se puso de pie. Su jefe acercó su rostro a la altura del pubis de Ana y, haciéndole abrir los muslos un poco más, comenzó a comerle la concha a lengüetazos. El tipo demostró ser un maestro en el arte del sexo oral; ya que pasó un buen rato succionando y metiendo lengua; logrando que Ana gimiera como nunca y no dejara de pedirle más y más. En poco tiempo también le robó un segundo orgasmo...
Después Ana se arrodilló frente a él y comenzó a lamer la punta de esa verga que ahora se veía erecta a medias. Carlos se echó hacia atrás bufando al sentir la lengua sedosa de Ana recorrer su pija.
En ese momento bajé muy cautelosamente y me quedé de pie a unos metros de ellos; a la entrada de la cocina. Mi mujercita había empezado a succionar por completo la verga de su Jefe. La cara de placer de Carlos me provocaba un tremendo morbo; ya que yo sabía perfectamente lo que significaba tener los labios húmedos de mi sensual esposa alrededor de la verga...
Carlos se estiró y hundió un dedo en la concha de mi esposa; para estimular su ya hinchado clítoris. De repente él abrió los ojos y me vio allí a unos metros, acariciándome la verga mientras los miraba.
Pero solamente sonrió y siguió disfrutando del placer que le provocaba la delicada boca de mi mujer. Besó a Ana con pasión frente a mí y lentamente se pusieron de píe sin dejar de besarse.
Ana no había notado mi presencia hasta que su jefe la giró para acariciar sus tetas desde atrás. Ella me miró a los ojos y dejó escapar un gemido ahogado mientras Carlos la acariciaba...
Entonces me quedó claro que Carlos iba a hacer lo que se le antojara con mi esposa
La hizo recostar boca arriba sobre el sillón principal y luego él se acostó entre los con la misma destreza y Dana respondía con gemidos de placer.
Mientras la embestía con brutalidad, Carlos me ordenó que le chupara la concha a mi mujercita. Me deslicé debajo de su cuerpo y lamí su inflamado clítoris, mientras veía desde abajo la verga de su jefe entrar y salir de su castigado culo.
Ana no aguantó demasiado el trabajo de mi lengua y acabó retorciéndose de placer; olvidando el dolor que le provocaba esa intensa cogida anal.
Antes de que yo pudiera salir de debajo de su cuerpo; Carlos sacó su pija del ano de mi esposa y lo hundió entre sus labios. Enseguida le llenó la boca de semen y le ordenó que se tragara todo, sin desperdiciar una sola gota...
Carlos cayó sentado sobre la alfombra; totalmente exhausto luego de semejante esfuerzo. Por mi parte, me levanté más caliente que nunca y encontré a mi mujercita en cuatro, con su hermoso trasero en el aire.
La aferré por las caderas y le hundí mi pija palpitante dentro de su dilatada y chorreante concha.
No aguanté más de dos minutos bombeándola y acabé aullando...
Antes de irse; Carlos le prometió a mi mujercita que le daría a ella el puesto de su hijo en la Empresa; ya que Ana se lo había ganado con creces...
Ana sonrió y se lo agradeció besándolo profundamente; le aseguró que ella nunca lo iba a defraudar... ni en la oficina, ni en la cama...
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